El ocaso de una fiscal

Atrás quedaron los tiempos en los que Luisa Ortega Díaz se mostraba envalentonada. Hoy se muestra valiente enfrentada al régimen de Maduro, pero valiente a secas, no con aires de tener al diablo agarrado por la barbas. Desde que habló de la ruptura del orden constitucional en Venezuela, cayó en desgracia. Sus excompañeros de fechorías le han dado la espalda y hoy fabrican su salida del poder como acostumbran, con mañas y triquiñuelas; mientras los opositores aún no creen del todo en su repentino cambio.

No es fácil para un venezolano creer que exista dentro del poder en Venezuela una voz disidente. Durante 18 años, Hugo Chávez primero y Nicolás Maduro después se encargaron de dominar todos los poderes públicos y lo lograron. Al asegurarse una Asamblea Nacional de mayoría chavista, fue fácil teñir de rojo toda la estructura del poder público nacional y cualquiera que daba indicios de no convalidar alguna acción era inmediatamente acallado. Hoy, la fiscal está en rebeldía y esa rebeldía llama la atención. La escasez de alimentos y medicinas, los homicidios, la violación de derechos humanos, principales banderas de Luisa Ortega Díaz para alzar la voz, no son nuevos. Tampoco el irrespeto a la Constitución. Entonces es válido preguntarse, ¿qué pasó?

Por qué la fiscal decidió darle la espalda a la dictadura. Solo ella, en su fuero interno tiene la respuesta. Pero hoy hay que reconocerle la lucha que libra, sin olvidar eso sí, su comportamiento pasado. Aunque hoy aplaudamos su entereza, no debemos ni podemos olvidar que el Ministerio Público a su mando llevó la acción penal en casos emblemáticos como los de María Lourdes Afiuni y Leopoldo López. No es que de la noche a la mañana y rezando tres Ave María espió sus culpas. No. Al final del día, la fiscal, es corresponsable de este desastre. Era el brazo penal del chavismo desde el año 2008, cuando fue designada por la Asamblea Nacional.

Por estos días, la mujer que en sus tiempos de gloria negó ante la ONU los malos tratos que recibió María Lourdes Afiuni, bebe un sorbo de su propio jarabe. Es víctima del poder omnímodo del ejecutivo, poder que apoyó y contribuyó en generar y mantener. Tiene las cuentas congeladas y prohibición de salida del país. Sus antiguos compañeros de desmanes le han declarado la guerra y se confirma el carácter mafioso del chavismo. Del chavismo no se sale vivo. Tiene muchos secretos que no se pueden divulgar.